Cuentos, Historias y Leyendas

Poetas Oaxaqueños

Escrito por Guillermo el .

Aquioaxaca comienza esta sección con dos trabajos muy valiosos que realizó Filadelfo Figueroa al final de la década de los años ochentas. Hemos decidido copiar los textos publicados por La Casa de la Cultura Oaxaqueña y el H. Ayuntamiento de Juchitán/Casa de la Cultura de Juchitán, pues consideramos que tienen su propio valor en el tiempo que fueron publicados. Muchas cosas han cambiado y los poetas han seguido su producción, otros la han abandonado, algunos nos han dejado y tenemos nuevos valores.

Le hemos pedido a Filadelfo que actualice su trabajo y él ha aceptado, mientras tanto le hemos sumado algunos nombres y hemos puesto algunos poemas. En cuanto Filadelfo entregue su nuevo trabajo lo publicaremos.

ALEJANDRO CRUZ MARTÍNEZ

Escrito por Guillermo Marin el .

Aquioaxaca se suma al homenaje que se le esta haciendo al poeta Alejandro Cruz Martínez. En los años ochentas logramos hacer un excelente equipo de trabajo para promover la cultura de Oaxaca. Macario Matus desde La Casa de Cultura de Juchitán y nosotros desde La Casa de la Cultura Oaxaqueña. Así fue como conocimos a Alejandro, “El Señor Panza” como le decía su pequeña hija. Alejandro era un espíritu libre, que tal vez sabía que estaría poco tiempo con nosotros, por lo cual era totalmente desapegado al grotesco mundo material. El amor era lo que movía su corazón y su mente. No solo el amor a “la bien amada”, a la bendita mujer, sino que su amor de enamorado se extendía y cobraba toda su dimensión en la gente. En la gente de carne y hueso de su pueblo Alejandro vertió todo su amor y por ello nos lo arrancaron los temerosos de la luz, de la verdad y del amor. Sin embargo, el amor de Alejandro sigue presente entre nosotros, como un vientecillo fresco que mitiga el caluroso día de nuestras vidas. Guillermo Marín.

 

 

CUENTOS Y LEYENDAS

Escrito por Guillermo Marin el .

Leyenda sobre el Cristo de Chamula.- Motivo Psicológico de las Crucifixiones Reales o Simuladas.

Cuando vinieron la reducción y la encomienda, los indios remisos en la aceptación del evangelio, huyeron a lo más inaccesible de los montes. Los benicolaza  que no quisieron soportar la esclavitud y la imposición religiosa de los conquistadores se convirtieron, con las artes de su hechicería en piedras, tepalcates, monos y pájaros, según su grado de elevación mágica. Los que no pudieron hacerlo, se remontaron a las serranías. De aquí el origen de la creencia vernácula en los binquizacs. Estos, que no supieron o no pudieron escaparse por medio de la hechicería y del ocultismo nativos, de los propósitos del Conquistador, huyeron de la sociedad hacia los sitios más apartados de los centros habitados y ahí han seguido después de cuatrocientos años según las consejas de nuestros actuales y sencillos indios en las inexploradas y abruptas regiones a que me he venido refiriendo.

Relatan los viejos zoques de San Miguel y Santa María(1), que sus antepasados de más allá de la sierra, queriendo identificarse con Jesús y su doctrina, en un terrible esfuerzo para comprender las prédicas de los dominicos, que adoctrinaron su comarca, dispusieron repetir la tragedia del Gólgota en la persona de alguien perteneciente a su propia raza y así sentir de cerca el dolor del sacrificio Divino. Alegaban que Jesús era judío, gente odiosa para los mismos padres de la Iglesia, que como tal no tenía ningún vínculo racial ni moral con ellos

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