Luis Wintergest Toledo


Escrito por Guillermo Marin el .

 

 


El mestizaje racial en Oaxaca es milenario. No sólo por los encuentros raciales y culturales que trajo la invasión europea desde hace cinco siglos, sino que desde miles de años atrás, lo que hoy conforma el territorio de Oaxaca, fue un lugar de encuentro de muchos pueblos, tanto del Anáhuac, como de Suramérica, pues en la memoria histórica de los huaves y mixes, se cuenta que sus Viejos Abuelos vinieron de lejanas tierras del Sur del continente.

La mezcla de culturas enriquece y nunca empobrece. De hecho tanto los pueblos europeos, especialmente el pueblo español; así como los pueblos del Anáhuac, son el producto del encuentro y fusión de muchos pueblos que se desarrollaron  desde el inicio de los tiempos. El concepto de una “raza pura” es inadmisible ideológicamente y biológicamente.

Luis Wintergest encarna esta fusión cultural. Hijo de un emigrante Alemán y de una mujer zapoteca, incorporará en su visión del mundo y la vida, las dos civilizaciones que le dan vida. Hablante de la lengua materna, Luis habla con fluidez el zapoteco del istmo y lleva en sus adentros la pasión por su Cultura Madre. Un oaxaqueño con carrocería alemana y motor zapoteco.

“Nací en la Ciudad de Ixtepec, Oaxaca, el 6 de febrero de 1931. Los primeros años de mi vida los viví en el rancho de mis padres, aprendiendo a amar la tierra, como sólo lo pueden aprender los niños campesinos. Estudié la primaria en mi pueblo y la secundaria en el D.F. Yo había pensado quedarme en el rancho, pero mi hermano mayor insistió en que me fuera a estudiar a la ciudad de México. Es por ello que estudié ingeniería civil en la UNAM.

Trabajé 5 años en el Instituto de Ingeniería de la UNAM, donde pude participar en los estudios del cierre de los ríos Infiernillo y Mal Paso, donde posteriormente se construyeron las presas con los respectivos nombres. Me dediqué profesionalmente a la construcción y por tal motivo fui a trabajar a Alemania en el proyecto de la construcción de las compuertas de la Presa La Villita que se encuentra sobre el Río Balsas, entre los estados de Michoacán y Guerrero. Después de trabajar en varias empresas constructoras decidí fundar la mía y las operaciones se realizaban en el Sur del país, lo que me permitió acercarme de nuevo a mi pueblo.

Cuando construía el mercado de Ciudad Ixtepec, a principios de la década de los años setentas, fundé la Casa de la Cultura. Me di cuenta que mi pueblo necesitaba una institución donde se revalorara y fortaleciera la cultura regional. De modo que fui director fundador hasta el año de 1983. El trabajo cultural es muy noble y apasionado. En aquella época formamos con las demás Casas de Cultura del estado, una unión e intercambio cultural que nunca más se ha dado.

Por el desempeño en la casa de la Cultura de Ixtepec, tuve el alto honor de ser invitado a colaborar en el Programa Cultural de las Fronteras y me desempeñé como Coordinador de la Frontera Norte. Este trabajo me permitió conocer la reciedumbre de los pueblos de las zonas áridas y su avidez de sentir las raíces de su identidad cultural. Es gente que le gusta encontrarse con su pasado. En esos tiempos pude conocer a Luis Donaldo Colosio, quien era Director General de Desarrollo Regional de la Secretaría de Programación y Presupuesto. A él le interesaba mucho incluir dentro de los Planes Estatales de Desarrollo las actividades culturales, era un hombre muy sensible a la cultura.

En 1986 trabajé en el inicio del gobierno de Heladio Ramírez López en Oaxaca, en el área del Desarrollo Rural, después de un tiempo regresé a la Ciudad de México y me incorporé de nuevo al área de la ingeniería.

Fue en 1990 cuando recibí la invitación para trabajar en la Delegación Venustiano Carranza en la Subdirección de Protección Civil. Eso me llevó a estudiar a fondo el mundo de la protección civil, que en esos días todavía estaba en pañales. En la Venustiano Carranza realizamos el primer ejercicio de un accidente aéreo en zona urbana.

En 1992 presenté la propuesta de estructuración de las unidades de protección civil, en las áreas: técnicas, social y operativa. He incorporado a este trabajo a geólogos, sociólogos, vulcanólogos, sismólogos, prospectivistas. He trabajado en coordinación con los Centros de Investigación de la UNAM y la Fundación Javier Barros Sierra. He combinado en la protección civil, no sólo las ciencias exactas, sino las sociales, pues la dimensión humana, es un factor muy importante que no se debe perder de vista.

En 1998 me invitó el primer gobierno electo de la Ciudad de México a asumir la responsabilidad de la Dirección General de Protección Civil del Distrito Federal. Ahí inicié con la propuesta de la creación del Servicio Geológico Metropolitano. Por el desempeño de mi trabajo he sido invitado a varios países, como Turquía, Alemania, Estados Unidos, Chile. En Ecuador integré la misión técnica y científica mexicana que el gobierno envió cuando hizo explosión el volcán “El Reventador” en el año de 2002.

Transformé la Dirección de Protección civil en tres áreas sustantivas: la técnica, donde tenemos a un equipo interdisciplinario en el que se encuentran geólogos, químicos, meteorólogos, hidrólogos, ingenieros civiles, ingenieros forestales, informáticos. Esta área está muy relacionada con los centros de investigación del país. El área social se especializa en la información y formación en materia de prevención de desastres en la población civil. Aquí buscamos definir el perfil psicológico de la población mexicana ante los desastres, para poder mejor interactuar con ella.

Nuestra filosofía es que “Los desastres se desarrollan”, no se presentan intempestivamente. Lo que tratamos es de conocer los riesgos y actuar en consecuencia. Debemos de crear una conciencia de corresponsabilidad con la sociedad. Nadie debe morir por causas de un desastre.   

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