LAURA ARMENTA DE MEJÍA
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El arte es ante todo “un lenguaje”. El Espíritu se expresa a través del arte. Por ello, cuando un artista logra sensibilizarse y convertirse en expresión del Espíritu, su obra artística es universal. Es esta la razón por la que el arte, en los diez mil años que tiene el ser humano de vivir en civilizaciones, 9800 años el arte fue esencialmente sacro, es decir, estaba consagrado a las religiones. Lo mismo en China, que en India, Egipto o en el México antiguo.
En la antigüedad, una artista llegaba a obtener el grado de “maestro”, cuando todo un pueblo hacía suya una obra de arte para representar los sentimientos más profundos de la colectividad hacia la divinidad. Fuera un Cristo, una Virgen o una representación bíblica. Dado que la esencia del arte es el lenguaje del Espíritu, cuando una obra de arte hacía sentir y vibrar a una colectividad en torno a la divinidad, se tornaba en una “obra maestra”.
Pero también el arte refleja el sentir místico y espiritual por la vida. La Cultura Popular es la expresión del sentimiento de un pueblo, plasmada en la música, la danza, sus tradiciones y costumbres. De modo que cuando un pintor sabe captar el sentimiento y la expresión de un pueblo y le regresa en colores, texturas y formas esas “emociones”, el artista toma el lugar que le corresponde en su comunidad. Quizás sus obras no se exhiban en museos o galerías, ni estén cotizadas en el “mercado del arte”. Pero en cambio están en el corazón de un pueblo que encuentra en ellas un punto de contacto con la energía espiritual creadora.
Este es el caso de la maestra Laura Armenta, reconocida pintora de la “Costa Chica oaxaqueña”, quien en la Catedral de Puerto Escondido y varios templos de la región, tiene obra muy querida por los creyentes.
Mujer casi autodidacta, que se sobrepuso a los perjuicios que sobre la educación de la mujer se estilaba en su natal “San Juan Bautista, Lo de Soto, Jamiltepec”, pequeño pueblo de la Costa Chica. Venciendo el mito que la mujer no debía de educarse y manteniendo su pasión por el arte, logra irse a estudiar al D.F. y tomar algunos cursos de arte y estudiar “Corte y confección” en la Academia Singer.
Actualmente Laura Armenta vive en Puerto Escondido con su esposo don Isidro Mejía, con quien ha procreado 3 hijos y es su principal impulsor y entusiasta promotor. Forman una pareja muy bien consolidada. Laura llegó a tener una importante casa de modas en Chalco, estado de México, por lo que relegó la pintura a segundo plano. En la tercera etapa de su vida, habiendo cumplido como madre y esposa, es cuando retoma con fuerza y vigor el placer de pintar. Desde su estudio frente al mar, pasa las horas enteras entregada a la tarea de crear y dejar testimonio de su existencia.
“Para mi, pintar es una de las actividades fundamentales de la vida. Yo necesito pintar, si no lo hago me enfermo. Ahí es donde encuentro mi pasión, así soy feliz. Cuando fui niña en mi tierra me di cuenta que a mi me gustaba dibujar, pero en esos tiempos y menos por acá, se estilaba que las mujeres estudiaran. Con muchos sacrificios convencimos a mis padres y abuelo para que me dejaran ir al D.F. a estudiar costura. Yo quería estudiar y a los quince años empecé a coser y me fui a México a estudiar costura por cuatro años.
Un día me decidí a pintar como siempre había yo querido. Mi esposo me llevó a tomar un curso con el maestro Miguel Ángel Duarte en el D.F. Más adelante tomé otro curso en la Academia Goya y me di cuenta que la pintura era mi vida y que lo traía en la sangre. Me sentí feliz y tomé la decisión que nunca la dejaría.
Desde el principio a mi me gustó pintar en óleo y especialmente me gusta el retrato. A mi me gustaba la pintura “de antes”, de Murillo, de Rembrant, de Goya. Veía las reproducciones en libros y calendarios, sentía que esa era mi vocación. Un día fui a la Galería Dr. Atl y les pedí la oportunidad de exponer y cual sería mi sorpresa que me dieron la oportunidad. Esa fue mi primera exposición.
Me gusta pintar la Cultura Popular de mi estado. Me gustó el colorido que nuestra gente le da a la ropa, al arte popular, a la comida, a la música y hasta a los bailes. El oaxaqueño es un pueblo que vive entre colores. Pintar nuestra cultura me llena y siento muy bonito cuando veo que la gente se emociona al ver los cuadros y me dicen que le siga. Me gusta pintar las siete Regiones, pues en cada región existen muchos trajes. También quiero pintar las costumbres y tradiciones.
Maestra Laura Armenta de Mejía. Calle del Morro s/n Playa de Zicatela. Puerto Escondido, Oaxaca. C.P. 71980 Tel. (954) 5821091 |
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