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El teatro Macedonio Alcalá

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Cada ciudad de México y el mundo cuentan con sus “edificios emblemáticos”. Para el caso de Oaxaca indiscutiblemente que el Teatro Macedonio Alcalá es uno de ellos.
 

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MUSEO ESTATAL DE ARTE POPULAR DE OAXACA SAN BARTOLO COYOTEPEC

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La sensibilidad y creatividad del pueblo oaxaqueño es reconocida a nivel nacional e internacional. Deviene de más de ocho mil años de civilización, cultura y desarrollo humano, que se han ido entretejiendo con sus 17 pueblos indígenas, con las aportaciones del mestizaje y la presencia de la cultura afro-mestiza. En efecto, la vida campesina ha alentado el desarrollo la sensibilidad y creatividad ancestral. El contacto con “nuestra madre querida” hace que florezcan sus corazones. Con rasparle un poco a un hombre o mujer de campo, inmediatamente se descubre a un artista

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TERCERA FIESTA DEL MAÍZ EN TEOTITLÁN DEL VALLE

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La civilización del Anáhuac es una sola, por más diversas culturas que posea. En efecto, los zapotecos, mayas, mixtecos, purépechas, chatinos, forman parte de una misma civilización. Como los dedos de una mano, son diferentes uno de otro, pero, todos están integrados a una mano.

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Santa Lucía del Camino

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La ciudad de Oaxaca mantuvo por muchos años una dimensión modesta. Desde la época colonial hasta la llegada del ferrocarril 1892 su extensión sufrió pocos cambios.

El ferrocarril inició grandes cambios en Oaxaca y su crecimiento.

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ATZOMPA LA NUEVA ZONA ARQUEOLÓGICA

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Los Valles de Oaxaca son la reserva espiritual del México, porque en lo más profundo de sus adentros tectónicos palpita el corazón florecido de nuestros Viejos Abuelos, aquellos que dedicaron sus vidas, generación tras generación, en buscar la trascendencia espiritual de la existencia.

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LA CALENDA OAXAQUEÑA


Escrito por Guillermo el .

 

En los más de siete milenios en que se desarrolló la civilización “propia-nuestra”  del Anáhuac, las fiestas fueron el instrumento social que permitía el potenciar y expandir la energía espiritual que generan los grupos humanos en este tipo de actividades.

Por lo menos en los tres mil años antes de la conquista y colonización, los pueblos de lo que ahora conforma el territorio mexicano, mantenían un abigarrado, complejo y saturado calendario de fiestas. Pues tenían 18 meses de 20 días y generalmente tenían más de cuatro fiestas al mes. Unas más grandes y pródigas, otras más pequeñas y austeras. Pero todas fiestas.

“Oaxaca, como la reserva espiritual de México”, es la depositaria de esta maravillosa tradición de cohesionar y sensibilizar a sus pueblos a través de la realización de un calendario, que hoy se nos antoja muy saturado de fiestas, pero que indiscutiblemente para la Cultura Madre resulta muy escuálido en comparación al tiempo antes de la invasión y colonización en la que los Viejos Abuelos tuvieron que adaptarse al nuevo orden.

Todas las fiestas patronales en los Valles de Oaxaca, se inician con “La Calenda”. Es la manera en que se “anuncia y se invita” a todo el pueblo a la fiesta. Es un desfile de colores y formas en el que los amigos y vecinos participan en la fiesta.

La Calenda lleva por delante a la Chirimía y el Tambor, reminiscencias milenarias que esencialmente recuerdan un rito ancestral a pesar de todo el sincretismo con el que ahora las apreciamos y nos recuerdan el origen espiritual de estas fiestas.

Después vienen los coheteros, verdaderos “especialistas” que van tirando cuetes y cohetones, que anuncian la cercanía de la procesión. Los primeros se arrojan al cielo con la mano y los segundos, más potentes, se lanzan desde una base que permite poner distancia al encender la mecha.

Los cuetes y cohetones son indispensables en las fiestas oaxaqueñas y su cuidadoso manejo se les deja a un grupo de “expertos” que saben donde, cuando, cantidad, ritmo y son quienes cuidan de que no causen accidentes, tanto en los participantes como en las casas del pueblo.

Los Gigantes o Marmotas siguen en la calenda. Están hechas con un armazón de carrizo, su ropa de tela y su cabeza con papel. Generalmente son cargados por niños y jóvenes, por lo que es común ver a unos “Gigantes chiquitos”. Cuando se tocan los sones y bailan las Chinas, estos formidables personajes las acompañan en el baile, dando vertiginosas vueltas, perdiendo la vertical sin caer y llevando sus brazos como remolino de colores. Los personajes son producto del imaginario colectivo.

Después sigue la banda de música que tocará durante toda la calenda. Las bandas de aliento llegaron a Oaxaca y México, con la invasión francesa. Los oaxaqueños, especialmente se apropiaron de esta organización orquestal y la han hecho propia. La cultura popular tiene como base de expresión una banda de aliento. En Oaxaca se supone que existen más de cinco mil bandas.

El cortejo continua con la imagen del Santo Patrón o el símbolo de la fiesta. Por ejemplo en el Istmo se lleva un estandarte si se trata de una “Vela”.

Las “Chinas Oaxaqueñas” siguen en la comitiva. Mujeres que llevan cargando sobre sus cabezas canastas con bellos arreglos florales. Para hacer la calenda los mayordomos seleccionan a una “madrina principal”, quien a su vez tendrá que ir a invitar a señoras de la comunidad para que participen como Chinas oaxaqueñas con sus canastas. Todo esto implica, tiempo, dinero y un esfuerzo físico, pues las canastas son pesadas y costosas. Algunas mujeres participaran con canastas con fuegos de artificio. Verdadera proeza de valor y entusiasmo.

Todo se inicia en la casa de la Madrina Principal, quien tendrá que ofrecer mezcal, rompope, refrescos y galletas mientras se congregan las canastas. Después llega la música y ameniza la espera. No importa que llueva o relampaguee, la gente del pueblo ira llegando.

La comitiva sale hacia la casa de los mayordomos. Donde se les bailará un son y de ahí parte la comitiva al templo del pueblo donde en el atrio se baila algunos sones y de ahí se parte a los puntos que cada comunidad ha tomado como tradicionales.

Generalmente a las casas de exmayordomos, donde existe una capilla o cruz, algún templo o barrio. Generalmente en estos lugares se organiza una recepción en la que no falta la comida y la bebida para todos los participantes.

La calenda termina en el templo del pueblo, donde las chinas dejarán su ofrenda de flores al Santo Patrón o Virgen de la comunidad. Acto seguido en el atrio del templo se inicia la quema y baile de las canastas con fuegos artificiales, los toritos y si se puede, al final los Castillos.

Las mujeres son las que “bailan” las canastas. Remolino de luz y fuego que enciende las emociones de toda la concurrencia. Las mujeres siempre son asistidas por sus esposos o novios y ellos bailan con ellas cuando las luces iluminan de colores el entorno. Los jóvenes y los hombres bailan “los toritos”, en lances que agitan a la concurrencia, pues generalmente despiden unas luces de colores que cruzan veloces entre las piernas de los espectadores.

Las calendas son un producto de la cultura mexicana que siguen vivas y palpitante en los Valles de Oaxaca. La calenda es participación, encuentro, apoyo, fiesta, sacrifico físico y económico, tiempo, amistad, fraternidad y comunitariedad.

En la calenda con un poquito de mezcal y cerveza, los problemas interfamiliares e interpersonales, se aflojan, se minimizan, encuentran cauces de comunicación y solución. La fiesta es pretexto para que se restablezca la armonía y la amistad. Es momento para refrendar la amistad, el compadrazgo y la unión de la familia amplia. Es gusto y entusiasmo, necesidad de compartir lo más profundo y lo más íntimo, de continuar con la tradición.  

La calenda termina en la casa del mayordomo con una cena para todo el pueblo, por supuesto que acompañados por la banda de música.

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