Sala Oaxaca Museo Nacional de Antropología e Historia
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aquioaxaca ha decidido incluir en la sección de Museos, algunas piezas de las culturas oaxaqueñas que se encuentran en el Museo Nacional de Antropología e Historia, en la Sala Oaxaca, como un homenaje a la sensibilidad y creatividad de los pueblos ancestrales de lo que hoy forma el estado de Oaxaca, y que un día estas maravillosas piezas de arte salieron de lo profundo de sus entrañas.
La cultura dominante nos ha enseñado a no sentir ninguna conexión entre nuestro pasado, antes de la invasión europea, y nuestro presente. Somos en general, “extranjeros incultos en nuestra propia tierra”. Sabemos más de culturas tan lejanas como la griega o la romana, pero de los antiguos mexicanos, de nuestros Viejos Abuelos, casi no sabemos nada.
Sin embargo, no sólo todo nuestro presente está saturado de imágenes, costumbres, ritos, sabores, sonidos, paisajes, colores, sentimientos que nacieron hace miles de años en estas tierras oaxaqueñas; sino lo más importante, que nuestro futuro luminoso esta íntimamente ligado a la sabiduría de nuestros Viejos Abuelos.
La forma en que interpretaron el mundo y la vida, con sus valores, principios, actitudes, con sus códigos éticos y morales, representan un verdadero tesoro. Mucha gente no se ha dado cuenta que el más importante Patrimonio Cultural que hemos heredado de los Viejos Abuelos, sigue vivo en nuestro corazón.
La grandeza y magnificencia de nuestras culturas ancestrales, no pueden ser exclusivamente para deleite y disfrute de nuestros distinguidos visitantes. Tiene que ser antes que nada, parte fundamental de nuestros cimientos históricos y culturales como pueblo y como nación. Los zapotecos, mixtecos, mazatecos y todos los demás pueblos que actualmente viven en Oaxaca y fuera de ella, son hijos de los hijos de quienes crearon estas bellas piezas de arte.
Los oaxaqueños de hoy son sus continuadores históricos. Porque nuestras culturas no están muertas o desaparecidas. Sólo han sido sometidas, vejadas, negadas y perseguidas. Sólo basta despertar nuestra adormecida conciencia milenaria. Casi cinco siglos para tratar de extinguir a la Civilización del Anáhuac y sus múltiples culturas. Pero Oaxaca se ha revelado como el bastión y la fortaleza de nuestra identidad y de nuestro recuerdo de lo que somos y hemos sido. Por eso Oaxaca es la reserva espiritual de México.
Porque más allá de su valor estético, los antiguos oaxaqueños infundían en sus creaciones un elevado sentido místico y espiritual por la vida y el mundo, que hoy representa el más importante Patrimonio Cultural de este milenario pasado. En efecto, este sentido espiritual y sagrado de la vida es nuestro mayor potencial para construir un futuro más humano, justo y respetuosos de todas las formas de vida y culturas que existen en el planeta.
Las nuevas generaciones de oaxaqueños necesitan acabar con la colonización mental, cultural y espiritual con la que los explotadores nos han enseñado a despreciar y olvidar nuestro pasado. Se requiere retomar la inspiración creadora de nuestros Viejos Abuelos. Revalorar sus preceptos morales en torno a la familia y su sentido ético al ejercicio de la autoridad. Fortalecer sus valores sociales y comunitarios, su amor y respeto a la naturaleza.
Se requiere fortalecer la palabra y la tradición. Vigorizar las costumbres familiares y comunitarias. Las nuevas generaciones necesitan voltear sus ojos para descubrir el inconmensurable acervo de sabiduría para construir un futuro más humano y justo. Se requiere “humanizar” el futuro con nuestro pasado. Sumando y apropiándose de las nuevas tecnologías y de los conocimientos que ofrece un mundo globalizado, pero manteniendo “el rostro propio y el corazón verdadero” con el que a lo largo de miles de años usaron nuestros Viejos Abuelos para mantener un Desarrollo Humano.
El futuro de los mexicanos en general y de los oaxaqueños en particular está en su pasado. Requerimos urgentemente dejar la inercia del colonizador que buscó primero en Europa y hoy en Estados Unidos un modelo para construir una sociedad. Efectivamente, hoy en todo el mundo no existen “culturas puras” y al parecer, nunca han existido. Todos los mexicanos somos hijos de la Civilización del Anáhuac, que tuvo muchos pueblos y culturas diferentes en tiempo y espacio, pero todas unidas por una matriz filosófica-cultural.
Somos un pueblo orgullosamente mestizo. El mestizaje suma e implica un mayor potencial, porque amalgama, funde y recrea. Los pueblos que han sufrido mestizajes culturales se ven enriquecidos con los mejores “elementos culturales” de los pueblos que se han fusionado. El mestizaje de esta manera representa, más sabiduría y mayores recursos. Los mexicanos tenemos tres grandes raíces: la indígena, la hispánica y la africana. En estos tiempos, los mexicanos y en especial los oaxaqueños que han tenido que emigrar a Estados Unidos están enriqueciendo esta milenaria cultura. El desafío verdadero es recuperar al máximo nuestras raíces negadas para fortalecer nuestro mestizaje cultural.