El Tesoro de la Tumba Siete de Monte Albán
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El nueve de enero de 1932, el Arqueólogo Alfonso Caso, su mujer, María Lombardo y un pequeño grupo de arqueólogos y trabajadores, hicieron uno de los descubrimientos más importantes de la arqueología mexicana en cuanto se refiera a un hallazgo de orfebrería en cantidad y calidad.
Millones de kilos de oro y plata fueron sustraídos del Cem Anáhuac durante los tres siglos de Colonia, poco, muy poco se salvó de la rapiña y la barbarie, pues la maravillosa orfebrería anahuaca fue fundida y convertida en lingotes para iniciar el capitalismo en la paupérrima Europa del Siglo XVI.
Sin embargo, los metales precisos no significaban lo mismo para las dos culturas. Para nuestros viejos abuelos era un símbolo filosófico de la pureza y la belleza. Para los europeos era solo riqueza material. Los orfebres anahuacas eran simbólicamente “toltecas”, artistas que transformaban la materia y la convertían en un instrumento del espíritu para trascender la conciencia.
El orfebre era entonces un artista y la vida el medio para llegar a su obra maestra, que no era otra cosa que llegar a la revelación exaltante de su conciencia luminosa. Entonces la orfebrería y lapidaria se convertían en símbolo metafóricos.
El oro y las piedras preciosas, en especial el jade; eran uno, (el oro) el símbolo de la pureza que alcanza la materia y con ello evade la corrupción a la que está sujeta la materia y el otro; el jade, que simboliza la piedra que a la fuerza de la talla llega a su grado de perfección y belleza.
El simbolismo constante de la piedra preciosa (chalchihuitl) como el alma del individuo. De ésta manera el hombre era un artista de sí mismo.
“Así, la edad dorada de los toltecas fue para los nahuas posteriores la raíz e inspiración de sus creaciones artísticas. La descripción de lo que significaba para ellos la palabra toltecatl, identificaba con lo que hoy llamaríamos “artistas”, parece ser la mejor comprobación de lo dicho:Toltecas: artista, discípulo, abundante, múltiple, inquieto. El verdadero artista: capaz, se adiestra, es hábil, dialoga con su corazón, encuentra las cosas con su mente.
El verdadero artista todo lo saca de su corazón; obra con deleite, hace las cosas con calma, con tiento obra como tolteca, compone cosas, obra hábilmente, crea; arregla las cosas, las hace atildadas, hace que se ajusten”.Cantares mexicanos.
Este maravilloso “trabajo de toltecas” se aprendía en el Calmécac, escuela superior en donde se enseñaban los conocimientos secretos de la antigua filosofía. El trabajo se hacía a base de “flor y canto”, manera metafórica de referirse a los antiguos conocimientos y sus prácticas de los maestros toltecas.
“hay un brotar de piedras preciosas,
hay un florecer de plumas de quetzal,
¿Son acaso tu corazón, dador de la vida?
Ms. Cantares Mexicanos.
Así en todo esto se advierte el profundo pensamiento filosófico de los hombres del México Antiguo. “Aquellos que algún día prendieron a ser dioses”. Como hemos dicho antes, para ellos el valor del oro, la plata y el jade tenía un significado esotérico.
Contrario al sentido de la cultura occidental, que durante la primera parte de la colonia se dedicó a fundir los maravillosos símbolos filosófico – espirituales que se representaban en bellísimas joyas, convirtiéndolos en lingotes que enviaban a España.
“El célebre Durero (Albrecht Dürer) refiere, por ejemplo, en su diario de viaje que, estando en Bruselas en 1520, pudo ver aquellos objetos “extraños y maravillosos” que habían traído al emperador “desde la nueva tierra del oro”.
Su reacción al hallarse frente a esas creaciones del México Antiguo, casi un año antes de que sucumbiera México Tenochtitlan, es elocuente: ...
Y nada he visto a todo lo largo de mi vida que haya alegrado tanto mi corazón como éstas cosas. En ellas he encontrado objetos maravillosamente artísticos y me he admirado de los sutiles ingenios de los hombres de esas tierras extrañas.
Espontáneamente llamó Durero obras de arte extraordinaria, algo nunca visto, a todos esos presente. Semejante a la suya iba a ser también la reacción del humanista Pedro Mártir de Alegría, quien pocos años después tuvo ocasión de ver los mismos objetos. Acerca de ellos escribió:
No admiro ciertamente el oro y las piedras preciosas; lo que me pasma es la industria y el arte con que la obra aventaja a la materia; he visto mil figuras y mil caras que no puedo describir; me parece que no he visto jamás cosa alguna, que por su hermosura, pueda atraer tanto las miradas de los hombres”. León Portilla. Pág. 155.
Las culturas del Cem Anáhuac conocían la metalurgia desde tiempos remotos, sin embargo se destacan los orfebres oaxaqueños y en especial los mixtecos. Entre sus técnicas podemos mencionar el trabajo de los metales, tanto en frío como por calentamiento. “El martillado” es una técnica que consiste en martillar varias “pepitas” de oro para que se “suelden” y martillando se extiende el metal hasta hacer una lámina.
La “fundación es otra técnica que se usó; el historiador Sahagún menciona que los viejos abuelos usaban crisoles de carbón de leña, motivo por el cual al destruirse por el uso, no se han encontrado vestigios de ellos.
También fue usada la técnica de “cera perdida”, “falsa filigrana” y una muy especial, pues al parecer no la conocían los europeos de aquellos tiempos. Nos referimos a la técnica llamada “mise en couler” que hacía parecer de oro puro a objetos elaborados con una aleación de cobre, oro y plata.
Al parecer Oaxaca fue el lugar en donde extraía la mayor cantidad del metal áureo. Aunque los viejos abuelos conocían la técnica de extracción del metal en minas; la mayoría del oro se extraía en los ríos, con la técnica del “bateaje”, de esa manera el oro se obtenía en polvo, escamas o crespillo en pepitas.
En Oaxaca los cronistas españoles nos hablan de los famosos placeres de la Chinantla, Tututepec, Sosola, Cuatlán, Pochutla y Tehuantepèc, entre otrros.
Expresión física de esta filosofía la encontramos en los “artistas, pensadores y poetas” del México Antiguo, en el cual el oro y la plata, así como las piedras preciosas, tenían un significado totalmente espiritual. El valor que representaba en especial el oro, era por el grado de pureza que la materia alcanzaba.
Y en las piedras, por la maravillosa “talla espiritual” símbolo del corazón, como “piedra preciosa”. Hablan los poetas:
“Como esmeraldas y plumas finas, llueven tus palabras”...“Los jades y las plumas de quetzal como piedras han sido destruidas, mis grandes señores,”...“Aunque fuerais de jade, aunque fuerais de oro también allá iréis,al lugar de los descarnados”. Ms. Cantares Mexicanos.
“Estos artesanos del lujo era conocido por el nombre de toltecas, debido a que el origen de sus métodos y técnicas se asignaba tradicionalmente a la antigua civilización tolteca, la del rey Quetzalcóatl y de la ciudad maravillosa de Tula.
Quetzalcóatl “descubrió gran riqueza de esmeraldas, turquesas finas, oro, plata, coales, caracolesy (las plumas de) quetzalli ... y Sahagún precisa: “Se llamaron toltecas, que es tanto como decir oficiales pulidos y curiosos ...y todos ellos eran únicos y primos oficiales, porque eran pintores, lapidarios, carpinteros, albañiles, encaladores, oficiales de pluma, oficiales de loza, hilanderos y tejedores ...
Ellos hallaron y descubrieron la mina de las piedras preciosas que en México se dice xivitl, que son turquesas... y lo mismo las minas de plata y oro ... y lo mismo el ámbar, el cristal, las piedras llamadas amatistas, y perlas y todas las demás que traían por joyas.” Ellos sabían muchas cosas, nada se les dificultaba, tallaban la piedra verde (chalchiuitl), fundían el oro (teocuitlapitzaia)... y todo ello procedía de Quetzalcoatl, las artes (toltecayotl) y los conocimientos”.
Como acabamos de ver, el conjunto de esas técnicas se designaban con la palabra TOLTECÁYOTL, “perteneciente a los toltecas”. Tales eran los títulos de nobleza de estos artesanos”. Jaques Soustelle. Pág. 76.
“El orfebre:
experimentado, que conoce el rostro de las cosas,
creador de las cosas como toltecas.
El buen orfebre:
De mano experimentada, de mirada certera
prueba bien los metales, los pule.
Guarda sus secretos,
martillea los metales,
los funde,
los derrite, los arde con carbón,
da forma al metal fundido, le aplica arena”.
Códice Matritense. Fol. 116.
De esta manera el significado que tenía el oro y las piedras preciosas para los antiguos habitantes de México, era totalmente ajena a la de los españoles.
Aun en la época decadente de los aztecas, pues se observa que el oro no era muy importante en los tributos que exigían los aztecas de los pueblos que habían sojuzgado por medio de su ideología materialista.
Desgraciadamente muy poco queda de los trabajos en oro y plata que realizaron los viejos abuelos, casi todo, desde 1519 hasta empezando el presente siglo, fue fundido en lingotes.
Los testimonios de este maravilloso arte, de origen tolteca, que hoy podemos aprecian, provienen de exploraciones arqueológicas muy recientes; es el caso del “tesoro de la tumba 7 de Monte Albán” que fue encontrado en el año de 1932 por el arqueólogo Alfonso Caso.