La tierra Mixteca
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El ser humano para nuestros Viejos Abuelos era “hijo de la Tierra”. La tierra es “nuestra Madre Querida”. Quien nos ha dado todo lo que somos y tenemos, y a la que le entregaremos todo lo que somos como tributo ante nuestra muerte.
Pero para los oaxaqueños, la “tierra” es algo muy especial. En efecto, todos los pueblos del mundo aman a su tierra, pero los mixtecos en especial le tienen un amor extra-ordinario a la tierra que los vio nacer.
La Mixteca es una tierra árida, seca, magra. Con un sol incandescente que transparenta la atmósfera y la inunda de un azul tan especial que cuando uno lo mira se mete al corazón, a los más profundo del ser.
Si, la tierra mixteca es fuerte y hace a sus hijos fuertes. Gente con temple y alma de acero, que no ser rompe pero si sabe ser flexible y adaptarse a todo. La tierra le ha enseñado al pueblo mixteco a aprovechar cualquier pequeña oportunidad. El mixteco no sabe desperdiciar.
En efecto, desde los tiempos ancestrales de los Viejos Abuelos, allá en Tilantongo, Coixtlahuca, Tepeleme, cuando el “Flechador del Sol” llegó a estas tierras que estaban despobladas y confrontó a al Sol para reclamar su posesión.
Allá en los principios del tiempo, cuando los primeros mixtecos salieron de la Madre Tierra por la abertura luminosa de Apula, ahí nació el pueblo del “país de las nubes”. Hombres y mujeres nobles y trabajadores. Con buena semilla, con principios, de gran nobleza.
Cuando uno camina por los parajes solitarios de la mixteca, el alma siente su pequeñez ante la grandeza del cielo y de la tierra. El azul intenso se encuentra con la blanquecina aridez de esa tierra que un día, hace milenios, fue un profundo fondo marino.
En efecto, es común caminar por la mixteca y encontrar grandes piedras erosionadas por efecto de las tremendas aguas marinas. O encontrar blancas arenas molidas por las corrientes marinas. Ahora ahí, inmóviles y secas, como esperando un nuevo diluvio.
Los caminos de la mixteca llegan a lugares muy apartados, donde la gente no ha sido tocada por la contaminación mental y espiritual. Gente con tradición y costumbre. Gente de palabra y de un gran amor a Dios.
Se ven cuidando a sus animales que buscan un poco de verdor en el páramo. Se ven entre los visillos de las casas o en el marco de las puertas. Gente polveada por barredor de los caminos. Amable, pero distante. Trabajadora incansable.
La gente de la Tierra Mixteca es gente noble, trabajadora, sencilla y muy esforzada. La Madre Tierra les ha enseñado por siglos, que cada bocado cuesta mucho trabajo y esfuerzo llevarlo a la mesa, razón por la cual saben trabajar y esforzarse como pocos en sus faenas.
Por eso, cuando uno camina por la Tierra de la Mixteca, los caminos se hacen más grandes y más anchos. Pareciera que no tiene fin la tierra sagrada de los hijos del pueblo de las nubes.