MONTE ALBAN
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Hace 2500 años los antiguos oaxaqueños iniciaron la construcción de uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes de la humanidad. Este proyecto fué de carácter espiritual y estaba consagrado a trascender la vida material de los antiguos oaxaqueños en el plano espiritual. El territorio montañoso de lo que hoy es el estado de Oaxaca, parte de Puebla y Guerrero, más los Valles de Oaxaca, fueron por muchos años, tierra de seres humanos virtuosos que vivían en armonía consigo mismos y con el universo que los rodeaba.
En efecto, lo que hoy llamamos “Zona arqueológica de Monte Alban”, los antiguos oaxaqueños en lengua zapoteca le llamaban “Daany Beédxe” que significa “cerro o montaña del jaguar”. Que es lo mismo en lengua nahual “Tehuantepec”, mismo nombre que los zapotecos le dieron a la ciudad que fundaron en el periodo posterior a la destrucción y abandono de Monte Alban, en la época Postclásica o decadente (850 a 1521 d.C.)
La civilización del Anáhuac, una de las 6 civilizaciones más antiguas de la humanidad, tuvo varios centros generadores de desarrollo humano. La región del Río Coatzacoalcos, La península de Yucatán, El Valle de México y sus alrededores, Guerrero, El Occidente (Michoacán, Colima, El Bajío, parte de Jalisco, La costa del Golfo de México y Oaxaca. Daany Beédxe o Monte Alban es una de las primeras mega construcciones. No solo por su antigüedad, sino por la dimensión del proyecto. Aplanando la base de una montaña, construir a 400 metros de altura del Valle y traer inmensos bloques de piedra de más de 14 km de distancia, resulta una tarea inconmensurable.
Este gran esfuerzo civilizatorio lo realizaron generaciones y generaciones de oaxaqueños a lo largo de 1350 años. No fue una ciudad, ni una fortaleza, ni un palacio, fué en cambio, un centro de estudio e investigación del potencial espiritual del ser humano. Hoy ante sus ruinas, todavía sentimos la fuerza del Espíritu que prevalece en ese lugar sagrado…“allá donde los seres humanos aprendían a llegar a Dios y la Sepiente Emplumada aprendía a elevarse al cielo”.
El problema de entender y dimensionar en lo profundo a Daany Beédxe, es que desde la invasión hasta nuestros días, los extranjeros no solo se han adueñado de la riqueza material del Anáhuac, sino que son también “los dueños oficiales” del Patrimonio Espiritual, que siempre tratan de esconder, socavar y minimizar. En efecto, la arqueología del país esta en manos de extranjeros y de sus universidades. Con cuatro tepalcates quieren entender la grandeza espiritual de una civilización que a la fecha es muy superior a su cultura bárbara-materialista. “Ellos” son los que tienen “la verdad” y han escrito su visión materialista eurocéntrica de algo que nunca han comprendido.
Los arqueólogos extranjeros y "extranjerizantes", es decir, los colonizadores y los colonizados, afirman que Daany Beédxe fué construido por “la cultura zapoteca”. Esto por lógica elemental y espiritual no puede ser cierto. En primcipio, porque para el tiempo de su construcción no existían el número de “zapotecos” suficientes para emprender, por sí solos, esta mega empresa milenaria. Por otra parte, no se puede marginar a las demás culturas de este extraordinario proceso. En la construcción de Daany Beédye intervinieron todas las personas que vivían en este basto territorio, porque El Espíritu no excluye culturas o etnias. No se puede concebir solo a los sensibles y desarrollados “zapotecos” y a los “mixes”, como un pueblo inacpaz de desarrollar una alta cultura y construír grandes centros de conocimniento. Las obras de los antiguos mexicanos fueron hechas por un consenso y un esfuerzo general.
El problema es que los extranjeros desde 1519 hasta nuestros días, nos ven y nos “estudian” por nuestras diferencias…no por nuestras semejanzas. Nos perciben como un archipiélago de islas culturales separadas unas de otras por los “investigadores y las universidades financiadoras; y no, como un inmenso continente cultural llamado El Cen Anáhuac. Nos “estudian” desde su limitada visión materialista-cientista, con una inexplicable posición de superioridad cultural. Los mexicanos para construir una Patria más justa y humanizada, necesitamos concientizar nuestros milenarios cimientos, para ello, debemos de iniciar LA ARQUEOLOGÍA DEL ESPÍRITU y empezar a explorar nuestros adentros, desenterrando nuestra visión sagrada y espiritual del mundo y la vida.
Cuando esto suceda Daany Beédxe, Teotihuacan, Chicien Itza, Palenque, Uxmal, Xochicalco, Mitla, por citar algunas de las más de dos mil “zonas arqueológicas” del país, dejarán de ser recinto para la industria turistica, que está en manos de los criollos-explotadores, y pasarán a ser símbolo sagrado de la aspiración milenaria de los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, por trascender su vida material en el plano ESPIRITUAL.