Juan Ramón Acevedo Ruiz
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Nací en el centro de la ciudad en la calle de Bustamante, cuando tenía 11 años nos venimos a radicar a Cruz Blanca, Cuilapam de Guerrero. Vivo con mi esposa Guadalupe, dos hijas y mi mamá. Mi padre se llamó Ponciano Erasmo Acevedo Ruiz y mi abuelo, también ceramista, se llamó Luis Lucio Acevedo, soy la tercera generación de ceramistas y desde los 7 años le empecé a ayudar a mi padre por las tardes, pues en las mañanas me mandaba a la escuela.
Desde niño supe lo que era "el trabajo de patio", que es rajar leña, barnizar la loza, ponerla al sol, acomodarla, cocer, pintarla y volverla a acomodar en el horno para que salga al mercado, donde mi madre tiene un puesto.
Mi padre se inició haciendo juguetes, piezas pequeñas como tacitas, platos. Después cuando empezó a descubrir su habilidad, empezó a forjar piezas grandes. Después en la Casa Jiménez le dejaban los diseños difíciles y terminó haciendo vajillas. Pero necesitaba hacer el trabajo sencillo como, tazas, platos, chirmoleras, pues el trabajo fino no lo pagaban y en sus ratos, él se dedicaba a crear sus propios diseños.

Cuando estaba estudiando, para mi, trabajar el barro era algo obligatorio que no me gustaba, pero más adelante me fui del estado a trabajar de peón y me di cuenta que el trabajo era muy pesado, entonces entendí que mi trabajo era el que estaba en mi casa y empecé a valorar el trabajo de mi papá.
Un año antes de que él falleciera, empezamos a dejar de hacer loza corriente y empezamos a hacer cosas diferentes, él empezaba las piezas en el torno y luego me las pasaba para que yo las terminara. Ahi empecé a descubrir mi propia habilidad y a darme cuenta que sí había más cooperación mía, podríamos llegar muy lejos... pero fue demasiado tarde, cuando él falleció, yo no me quise ir por otro camino para que no muriera esto. Por eso mi trabajo es un homenaje a mi papá.
Para iniciarme en esto hacia cosas pequeñas, como vasijitas, pero me ha gustado irme a meter a los museos y a las galerías. Mi mentalidad no es de quedarme abajo, sino desarrollar y crear. El asunto es que me llegó lo de los Viejos Abuelos cuando trabajé para el señor Manuel Ramírez Salvador, quién vio en mi que había habilidad y que podía llegar un poco más lejos.
Él me dio mucho material fotográfico y me dejó que me expresara, no me limitó. Con él hice piezas que ahora yo me asombro, nunca imaginé llegar a hacerlas, hice reproducciones de piezas prehispánicas muy bonitas para su museo.
Me interesa que a través de mis trabajos en la cerámica la gente conozca la cerámica del México Antiguo, que la gente se vaya interesando un poquito en estos tesoros que tenemos en los museos y en los libros, ahí están nuestras raíces, no debemos dejar que decaiga, ahí esta el México verdadero. La vida actual nos envuelve en el consumo material de una vida vacía y perdemos lo más importante, lo espiritual. Yo deseo conjugar mis ideas en el barro, conjugándolas con lo antiguo y poco a poco, formar mi pirámide, subiendo escalón por escalón. La cimentación irla conformando fuerte, para que no a determinada altura sea una caída estrepitosa. Cuando trabajo en mi taller y estoy haciendo determinado tipo de piezas, especialmente de los Viejos Abuelos, no es que yo quiera minimizar las vasijas o los platos pero, sino que a mi me a gustado hacer algo más complicado y cuando lo estoy forjando siento que la misma pieza tuviera vida propia, incluso muchas veces a la hora de la comida me dicen –"Juan vente a comer"- pero Juan ni oye esta enfrascado allí, -"Juan, ya se enfrió la comida"- y uno esta allí trabajando con el corazón y ni hambre da porque estoy muy metido en mi trabajo, muy concentrado tratando de ponerle lo más que se pueda, el barro es la pasión de mi vida.
Yo ya estoy creando mi propio estilo, conozco los tres tipos de arcilla de los Valles de Oaxaca, como es la arcilla de Atzompa que es refractaria, la arcilla de Donaji que se tiene que fundir a temperaturas de mil grados o hasta mil cien grados, dependiendo de cómo quiera uno darle las tonalidades, esta el barro de San Bartolo Coyotepec, cada tipo de arcilla es diferente y se pueden hacer cosas diferentes, todo es cuestión de la creatividad.
Para mi, exponer mi trabajo en la Galería Nancy Canseco es una satisfacción pues es mi primera exposición, porque he expuesto pero en el parque Labastida, en el Portal del Palacio, pero ya llegar a una galería, eso lo estimula a uno y lo impulsa a seguir adelante. La gente que aprecia el trabajo, puede dejar escrito comentarios y eso me va a retroalimentar más.
Para mi la artesanía es algo muy simple, un trabajo repetitivo, sin creatividad; pero el tipo de cerámica que yo estoy trabajando se apega un poco más a la escultura, al arte. La creatividad es ir desarrollando ideas que te nacen en la mente. Yo no puedo hacer bocetos, debo tener la imagen de lo que voy a hacer en la mente, sí me tengo que sujetar a un boceto me limito, en cambio sí me subo al torno o a pura mano forjarlo y ahí... no se, como que la misma arcilla le imprime a uno más energía y es ahí donde empiezan a surgir las ideas. En ocasiones sin buscar las ideas te llegan al amasar el barro, el barro tiene su propia fuerza, en veces uno solo es el medio para que se exprese el barro.