MAYORDOMÍA DE SAN JERÓNIMO YAHUICHE
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La civilización del Anáhuac, desde la más remota génesis se desarrolló en base al comunitarismo. Para los herederos directos de esta milenaria forma de entender el mundo y la vida, la comunidad esta sobre la individualidad. Los intereses del pueblo están por encima de los intereses de los individuos. La propiedad comunal sobre la propiedad privada. El interés colectivo sobre el interés privado.

La Mayordomía es parte del “Sistema de Cargos” y es toda una institución que nos viene de nuestro más remoto pasado y que se “adaptó” a las formas de la cultura dominante en los primeros tres siglos de la colonización.
Cuando una familia acepta tener el altísimo cargo de llevar durante todo un año la Mayordomía, no solo implica un inmenso gasto en las fiestas patronales, sino una responsabilidad total del templo y el santo patrón a lo largo de un año. Desde mantener limpio y con flores, hasta vigilar su buen desempeño para la comunidad, pues casi la mayoría de los templos en Oaxaca, están en manos de la comunidad.
La Mayordomía la comparten no solo el hombre y la mujer, quienes “son los mayordomos”; sino es compartida en todos los sentidos con los parientes y amigos. En segundo lugar, por todo el pueblo que tendrá que apoyar a los mayordomos para que “saquen el compromiso”.
Este tipo de fiestas no podrían existir sin una antiquísima institución de la civilización del Anáhuac que es la Guelaguetza. En efecto, la solidaridad que las personas, las familias y los pueblos van creando, es todo un verdadero compromiso que se respeta escrupulosamente.
Los parientes, amigos y vecinos apoyarán a los mayordomos con “su Guelaguetza”. Ayuda solidaria que consiste en comida, bebida, música, mano de obra y hasta dinero. El “compromiso” de llevar la fiesta a cabo, en la que comerán y beberán casi todo el pueblo, no lo puede asumir una familia sola.
Los mayordomos reciben apoyos de “las madrinas y padrinos”, a través de “Las Chinas oaxaqueñas”, banda de música, bebidas, animales para la matanza, granos, leña y un sinnúmero de requerimientos para realizar eficientemente “el compromiso”. Todo mundo debe apoyar a los mayordomos a favor de la fiesta que es de todos.
Las mujeres y los hombres empiezan a trabajar con meses de antelación. La organización social en torno a una mayordomía es formidable y efectiva. Maravillosa herencia de nuestros Viejos Abuelos.
Los hombres realizan la matanza y preparan las carnes, sean de res, puerco o aves. Las mujeres preparan afanosamente los moles, frijoles, arroz y especialmente las tortillas. Verdadero ejercito de manos diestras en transformar la masa en exquisitas tortillas.
En la mañana llega la chirimía y el tambor para darle las mañanitas al Santo que esta depositado en la casa del mayordomo. La gente se encuentra trabajando desde las 4 de la mañana. Se desayuna y se prepara la comida para todo el pueblo.
A medio día las madrinas encabezan la misa en honor del Santo Patrón y con la banda y los cuetes se dirigen a la casa de los mayordomos. La comida se anuncia con cohetones y la música estará presente hasta muy tarde, cuando se inicie el baile.
Las madrinas que cargaron sus canastas de flores y fuegos de artificios, tirarán sus dulces a la concurrencia, especialmente a los niños que como aves de presa atrapan los dulces.
Y se iniciará la comida amenizada por la banda de música. Posteriormente vendrá el baile hasta muy tarde.
Generalmente los invitados del círculo más íntimo, llegarán al otro día a “curársela”, almorzar y a ayudar a limpiar la casa.
Las mayordomías cumplen una función muy importante en la comunidad. El medio es la fiesta, el fin es el fortalecimiento de los valores espirituales y sociales de la comunidad.
Estas fiestas reafirman valores y principios de carácter social, familiar, de amistad y compadrazgo, así como mantienen las tradiciones y costumbres en las que se sustenta la Identidad Cultural de los pueblos.