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CUILAPAN DE GUERRERO

CUILAPAN DE GUERRERO

Originalmente la cultura mixteca se desarrolló en la Sierra Mixteca y la cultura zapoteca en el Valle y la Sierra Norte. Sin embargo, los mixtecos en su avance sobre las fértiles tierras del valle se asentaron en Cuilapan a unos cuantos kilómetros de Zaachila la capital zapoteca.

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MUSEO DEL FERROCARRIL

MUSEO DEL FERROCARRIL

Sin lugar a dudas, el mejor regalo que le otorgó el General Porfirio Díaz Mori a su estado natal, fue el ferrocarril, que le permitió, no sólo a la ciudad de Oaxaca, sino también a  los Valles Centrales y posteriormente el istmo de Tehuantepec, incorporarse al desarrollo económico de la nación. Hasta antes de ponerse en operación el ferrocarril, el viaje de Oaxaca al Distrito Federal implicaba un peligroso, costoso y extenuante viaje de catorce días en diligencia tirada por caballos. Con el Ferrocarril se redujo a tan sólo catorce horas.

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MUSEO DE LA SOLEDAD

MUSEO DE LA SOLEDAD

MUSEO DE LA SOLEDAD

Este pequeño museo cuenta en su acervo, los regalos que ha recibido “la patrona de Oaxaca”. En efecto, la Virgen de la Soledad es profundamente reverenciada y querida en la ciudad. Es por ello, que a lo largo del tiempo, ha recibido los más extraños, curiosos y bellos obsequios de sus devotos. En sus reducidas instalaciones, que las conforma unas piezas anexas al templo, al lado de la sacristía.
 

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TEMPLO Y EXCONVENTO DE GUADALUPE

TEMPLO Y EXCONVENTO DE GUADALUPE

 

El pueblo de México tiene su centro espiritual en la Virgen de Guadalupe. Punto de encuentro, "jardín doloroso" de nuestra hermandad, el mexicano encuentra en la "Virgen del Tepeyac" el vinculo que lo une y lo sostiene, en un país pluriétnico, plulrilingüístico y pluricultural.

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YAGUL

YAGUL

  Después de Monte Alban, tal vez sea Yagul la zona arqueológica con mayor energía. Especialmente por las tardes, Yagul es refractario de la luz que inunda al Valle de Tlacolula. Yagul en la lengua zapoteca significa, "cerro o árbol viejo". Este lugar posee una energía y personalidad muy especiales. Sin tener las dimensiones de Monte Alban, ni contar con la magnificencia de Mitla; Yagul posee una energía que parece brotar de las entrañas del mismo cerro, expandiéndose luminosa y armónica con el valle. Del lugar emana, especialmente al atardecer, una fuerza serena que nos conduce a la paz interna, a la reflexión interior, al equilibrio.

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LA CALENDA OAXAQUEÑA


Escrito por Guillermo el .

 

En los más de siete milenios en que se desarrolló la civilización “propia-nuestra”  del Anáhuac, las fiestas fueron el instrumento social que permitía el potenciar y expandir la energía espiritual que generan los grupos humanos en este tipo de actividades.

Por lo menos en los tres mil años antes de la conquista y colonización, los pueblos de lo que ahora conforma el territorio mexicano, mantenían un abigarrado, complejo y saturado calendario de fiestas. Pues tenían 18 meses de 20 días y generalmente tenían más de cuatro fiestas al mes. Unas más grandes y pródigas, otras más pequeñas y austeras. Pero todas fiestas.

“Oaxaca, como la reserva espiritual de México”, es la depositaria de esta maravillosa tradición de cohesionar y sensibilizar a sus pueblos a través de la realización de un calendario, que hoy se nos antoja muy saturado de fiestas, pero que indiscutiblemente para la Cultura Madre resulta muy escuálido en comparación al tiempo antes de la invasión y colonización en la que los Viejos Abuelos tuvieron que adaptarse al nuevo orden.

Todas las fiestas patronales en los Valles de Oaxaca, se inician con “La Calenda”. Es la manera en que se “anuncia y se invita” a todo el pueblo a la fiesta. Es un desfile de colores y formas en el que los amigos y vecinos participan en la fiesta.

La Calenda lleva por delante a la Chirimía y el Tambor, reminiscencias milenarias que esencialmente recuerdan un rito ancestral a pesar de todo el sincretismo con el que ahora las apreciamos y nos recuerdan el origen espiritual de estas fiestas.

Después vienen los coheteros, verdaderos “especialistas” que van tirando cuetes y cohetones, que anuncian la cercanía de la procesión. Los primeros se arrojan al cielo con la mano y los segundos, más potentes, se lanzan desde una base que permite poner distancia al encender la mecha.

Los cuetes y cohetones son indispensables en las fiestas oaxaqueñas y su cuidadoso manejo se les deja a un grupo de “expertos” que saben donde, cuando, cantidad, ritmo y son quienes cuidan de que no causen accidentes, tanto en los participantes como en las casas del pueblo.

Los Gigantes o Marmotas siguen en la calenda. Están hechas con un armazón de carrizo, su ropa de tela y su cabeza con papel. Generalmente son cargados por niños y jóvenes, por lo que es común ver a unos “Gigantes chiquitos”. Cuando se tocan los sones y bailan las Chinas, estos formidables personajes las acompañan en el baile, dando vertiginosas vueltas, perdiendo la vertical sin caer y llevando sus brazos como remolino de colores. Los personajes son producto del imaginario colectivo.

Después sigue la banda de música que tocará durante toda la calenda. Las bandas de aliento llegaron a Oaxaca y México, con la invasión francesa. Los oaxaqueños, especialmente se apropiaron de esta organización orquestal y la han hecho propia. La cultura popular tiene como base de expresión una banda de aliento. En Oaxaca se supone que existen más de cinco mil bandas.

El cortejo continua con la imagen del Santo Patrón o el símbolo de la fiesta. Por ejemplo en el Istmo se lleva un estandarte si se trata de una “Vela”.

Las “Chinas Oaxaqueñas” siguen en la comitiva. Mujeres que llevan cargando sobre sus cabezas canastas con bellos arreglos florales. Para hacer la calenda los mayordomos seleccionan a una “madrina principal”, quien a su vez tendrá que ir a invitar a señoras de la comunidad para que participen como Chinas oaxaqueñas con sus canastas. Todo esto implica, tiempo, dinero y un esfuerzo físico, pues las canastas son pesadas y costosas. Algunas mujeres participaran con canastas con fuegos de artificio. Verdadera proeza de valor y entusiasmo.

Todo se inicia en la casa de la Madrina Principal, quien tendrá que ofrecer mezcal, rompope, refrescos y galletas mientras se congregan las canastas. Después llega la música y ameniza la espera. No importa que llueva o relampaguee, la gente del pueblo ira llegando.

La comitiva sale hacia la casa de los mayordomos. Donde se les bailará un son y de ahí parte la comitiva al templo del pueblo donde en el atrio se baila algunos sones y de ahí se parte a los puntos que cada comunidad ha tomado como tradicionales.

Generalmente a las casas de exmayordomos, donde existe una capilla o cruz, algún templo o barrio. Generalmente en estos lugares se organiza una recepción en la que no falta la comida y la bebida para todos los participantes.

La calenda termina en el templo del pueblo, donde las chinas dejarán su ofrenda de flores al Santo Patrón o Virgen de la comunidad. Acto seguido en el atrio del templo se inicia la quema y baile de las canastas con fuegos artificiales, los toritos y si se puede, al final los Castillos.

Las mujeres son las que “bailan” las canastas. Remolino de luz y fuego que enciende las emociones de toda la concurrencia. Las mujeres siempre son asistidas por sus esposos o novios y ellos bailan con ellas cuando las luces iluminan de colores el entorno. Los jóvenes y los hombres bailan “los toritos”, en lances que agitan a la concurrencia, pues generalmente despiden unas luces de colores que cruzan veloces entre las piernas de los espectadores.

Las calendas son un producto de la cultura mexicana que siguen vivas y palpitante en los Valles de Oaxaca. La calenda es participación, encuentro, apoyo, fiesta, sacrifico físico y económico, tiempo, amistad, fraternidad y comunitariedad.

En la calenda con un poquito de mezcal y cerveza, los problemas interfamiliares e interpersonales, se aflojan, se minimizan, encuentran cauces de comunicación y solución. La fiesta es pretexto para que se restablezca la armonía y la amistad. Es momento para refrendar la amistad, el compadrazgo y la unión de la familia amplia. Es gusto y entusiasmo, necesidad de compartir lo más profundo y lo más íntimo, de continuar con la tradición.  

La calenda termina en la casa del mayordomo con una cena para todo el pueblo, por supuesto que acompañados por la banda de música.

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